man ray casati divine decadence by le bastart

El eterno retorno de la decadencia

Amar la naturaleza es de viejunos, pensaba el aristócrata Des Esseintes, quien tras despilfarrar la mitad de su fortuna en placeres mundanos invirtió el resto en acondicionar su paraíso artificial alejado de la trivialidad parisina. Peces mecánicos, monstruosas flores de invernadero, una tortuga con el caparazón bañado en oro y con taracea de pedrería preciosa siguiendo un diseño a juego con la alfombra…

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Odilon Redon. Illustrac. Fleus du Mal.

Con este personaje, Joris-Karl Huysmans rubricó el cenit y el ocaso del decadentismo. El título de la novela, A contrapelo, resume su intención de ir contracorriente, contra el naturalismo en boga, contra el optimismo positivista…, a lo que opone un encierro voluntario haciendo acopio de selectas colecciones (pintura, libros, perfumes, licores…) como vehículos de evasión hacia épocas donde el ansia sensual y espiritual del hombre aún no había sido malversada por el materialismo y el feísmo industrial.

Aquella mansión iluminada con candelabros de iglesia es rememorada estos días en un castillo medieval belga, Gaasbeek, aquel que Marie Arconati Visconti también anheló convertir en cápsula de tiempo recreado; en su caso, el Renacimiento.

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Félicien Rops. Pornocrates

Los artistas predilectos de Eissentes, como Gustave Moreau y Odilon Redon, cuyos cuadros y dibujos decoraban sus salones, pueden verse ahora en Gaasbeek, junto al erotismo satánico de Felicien Rops. Estos poetas de la imagen, empecinados en recuperar lo sagrado a través de lo obsceno y el ocultismo, que erigieron altares a brujas y prostitutas, dialogan ahora con artistas actuales como el fotógrafo Thomas Devaux el escultor Jan  Van Oost. La fijación de estos últimos con el simbolismo decadente de raíz baudelairiana es patente: viudas negras, vírgenes mortíferas, Salomés recicladas, morbosas pietás… Remanentes anacrónicos que del fin-de-siglo solo saben rescatar la idea misógina de la mujer devoradora, enigmática y artificial, como las orquídeas de Esseintes.

jan van oost - divine decadence - le bastart
Jan Van Oost

Pero la muestra Divine decadence no se limita a rendir homenaje al decadentismo decimonónico sino que retoma el término para reflexionar sobre la decadencia de la sociedad actual a través de la obra de artistas supuestamente críticos con el mundo de la moda, la jet-set, el star-system, la pornografía, el consumismo…, en definitiva, la frivolidad contemporánea.

Lo paradójico es que los cronistas de los nuevos paraísos artificiales son ellos mismos feriantes,  fashion victims que como David LaChapelle, Gérard Rancinan o Erwin Olaf precisan de la espectacularización del glamour para existir, para mantener la fascinación pop por un mundo convertido en parque infantilizado que promete juventud eterna y sexo a la carta, con su carrousel de ídolos plastificados en silicona y botox, que redescubre la espiritualidad con Michael Jackson hecho arcángel y Kurt Cobain como nuevo Redentor.

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Gerard Rancinan. Decadence (detail).

Aunque no deja de ser acertada la elección de estos fotógrafos publicitarios reciclados como artistas (que han pasado de ilustrar revistas de moda a exponer en galerías y museos), diestros en estilizar la violencia, en seducir con puro envoltorio espectacular…, para representar las derivas del decadentismo, en el arte y en la sociedad.

El sexo, las drogas y el dinero solo logran hacer más hondo el vacío espiritual, parece decirnos Terry Rodgers. Pinta con técnica hiperreal fiestas privadas de nuevos ricos que nos recuerdan el desencanto del yuppie retratado por Breat Easton Ellis en sus novelas de los años noventa.

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Terry Rodgers. Masquerade

Musa de artistas como Man Ray y Kees Van Donguen (ambos representados en esta exposición), el espíritu de Luisa Casati ronda por las recámaras de este castillo, aquella marquesa que paseaba su delgada figura por las calles venecianas con una serpiente viva cual echarpe envolviendo su cuello y guiada por dos guepardos atados a correas. Casi como encarnación de la versión femenina de Des Esseintes, no le iba a la zaga en su exhibición de excentricidades morbosas y sed de evasión saciada con sus caprichos exóticos, no solo en el atuendo de inspiración egipcia, sino también en la reserva de animales salvajes en que había transformado su palacete.

yinka shonibare - lady ocelots - le bastart
Yinka Shonibare. Leisure lady with ocelots

Junto a los retratos que le hizo Man Ray, captando el delirio de su mirada de gorgona, la marquesa italiana aparece evocada también en una escultura a tamaño real, obra de Yinka Shonibare, representando a una dama vestida con textiles africanos pero de corte victoriano, presidida por tres guepardos. Señora ociosa, llamó el artista de origen nigeriano a esta alegoría del esnobismo cruel de las clases pudientes.

Narcisismo y evasión, estetas y decadentes de ayer y de hoy.

Anna Adell

 

Divine Decadence, Gaasbeek Castle, Lennik, Flandes, hasta 26 Junio 2016

 

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