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Jorge Carruana, amor entre esquirlas

Nacer en los años cuarenta del siglo pasado en una Cuba en tránsito entre una dictadura y una revolución que no era más que preámbulo de otro régimen dictatorial, crecer arrullado por dibujos de Disney en blanco y negro mientras los noticieros daban parte de la traca final de la Segunda Guerra Mundial (el imperialismo yanqui arrasando Hiroshima y Nagasaki mientras Micky Mouse jugaba a ser aprendiz de brujo)…, todo eso dejó un batiburrillo de estampas en la imaginación de por sí vertiginosa de Jorge Carruana Bances.

jorge carruana - shunga - le bastartAquellos flashes de infancia retornaron sin previa digestión cuando Carruana se encontraba ya exiliado en Roma. Tenía apenas treinta años y estaba enamorado. El sexo y el cine de animación eran sus aficiones, pero su alma isleña lo tenía escindido entre la libertad recién adquirida y una nostalgia resentida hacia lo que podría haber sido y nunca fue.

Sus pinturas de los años setenta y ochenta filtran las influencias psicodélicas y el nomadismo cultural que practicaba la transvanguardia italiana en aquella época, para desarrollar una plástica donde las referencias eróticas (del cine porno al shunga japonés) y al cartelismo soviético se solapan en espacios dislocados que habitan parejas copulando.
jorge carruana - shunga - le bastart

Cuerpos fragmentados lo mismo que los espacios, sintiéndose agredidos porque la intimidad nunca logra resguardo. Se quiebran los límites entre el interior y el exterior, el goce sexual no consigue aislarse del estruendo de bombas y aviones de combate. Mickey Mouse entra subrepticiamente en la alcoba, su mano palpa entre los cuerpos desnudos; reconocemos al ladrón por los botones amarillos de sus shorts.

La exposición que estos días puede visitarse en Twin gallery, comisariada por Suset Sánchez, reúne una serie de obras sobre papel que el artista cubano realizara a principios de los ochenta, en la que rindió personal homenaje a los grabados eróticos nipones de la época Edo, el llamado arte shunga.

jorge carruana - shunga - le bastartLa naturalidad con que es tratado el sexo en el shunga, explícito a la par que refinado, fascinó al falso pudor europeo desde que en las postrimerías del siglo XIX aquellas estampas empezaran a difundirse por el mercado occidental.

Es sabida la influencia que este subgénero del ukiyo-e ejerció en artistas que buscaban romper moldes formales y mentales a la hora de representar temas eróticos. Pero en general fue una influencia velada y pocos se atrevieron a colocar la sexualidad en el centro gravitacional de sus búsquedas expresivas y conceptuales.
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Jorge Carruana recuperó aquellas escenas de alcoba y la línea sinuosa que entrelazaba a los amantes. Sin embargo, los ojos sesgados reflejan un miedo premonitorio; saben que están viviendo su último orgasmo pero el “imperio de sus sentidos” antepone un escudo protector ante la onda expansiva.

El pulpo de Hokusai cruza umbral tras umbral, deslizándose entre puertas y ventanas; sus tentáculos se quiebran como espejos rotos entre cuyas esquirlas los amantes no se rinden pero sus cuerpos se tornan traslúcidos, dibujándose sobre su piel desnuda los tatuajes de un mapa-mundi mal trazado.

 

Anna Adell

 

jorge carruana - shunga - le bastart

 

Jorge Carruana Bances, Hi-ro-shi-ma
Twin Gallery, Madrid
Comisariado por Suset Sánchez
se puede visitar hasta el 24 de febrero 2018

 

 

 

 

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2 thoughts on “Jorge Carruana, amor entre esquirlas”

  1. sí , la programación de esta galería es buena , y nos descubre artistas poco conocidos aquí

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