Seamos más o menos cinéfilos, es probable que si pudiéramos buscar a tientas en nuestro archivo psíquico encontráramos un sinfín de expedientes abiertos donde obsesiones de infancia y retazos de películas que nos marcaron se han emulsionado en un mismo carrete. La impronta fílmica ha ido asentándose en nuestro subconsciente.
Aunque sería absurdo pretender discernir entre lo vivido y lo infiltrado por la fábrica de sueños, porque parte de lo que somos lo debemos a nuestra capacidad para inhibirnos, en la medida de lo posible, de la prosaica realidad.
Marta Beltrán nos conecta de algún modo con el subconsciente fílmico. Sus dibujos son de trazo incisivo y su lenguaje es naturalista pero barrenado por una visión inquietante, descubriéndonos lo insólito en lo cotidiano.
Diría que te gusta explorar un mismo modelo trágico que suelen encarnar personajes femeninos, mujeres socialmente condenadas pero que han decidido no ser víctimas. Amorales, justicieras y subversivas: la sirvienta de “La ceremonia” de Chabrol, Iris en “La chica de la fábrica de cerillas” de Kaurismaki…
Mi camino ha sido el inverso al que planteabas en la introducción: me he acercado al cine para ver si había un rastro psíquico mío allí, que pudiera hablarme de algo personal y que me conectara con temas más amplios. Es una especie de dificultad para llegar a una memoria y un inconsciente propio, y un ansia de encontrarlos, lo que me ha llevado a las imágenes, primero de cualquier tipo, y a fotogramas de películas, después.
Al cine me he enganchado de adulta, por esta sensación de imaginario vacío y desmemoria, que puede o no ser cierta, y como un medio de conocimiento, como impulsor mental.
No suelo saber lo que significan ni las imágenes ni los dibujos a nivel intelectual hasta que pasa un tiempo, o a veces nunca. Con el tiempo ves que hay un hilo, por ejemplo, ves que las cuestiones de poder que incumben a lo masculino y femenino te han implicado mucho a nivel inconsciente y vital.
En el mundo imaginario y utópico del arte y los sueños podemos permitirnos cuestionar la moral, los valores y poner las cosas en el sitio que uno cree. Las víctimas se vuelven verdugos sí. La minorías o los oprimidos alcanzan el poder. La capacidad para rebelarse continúa intacta.
Todo eso está ahí, dentro de nosotros y en las historias que nos cuentan escritores y directores… Quiero decir, es un problema nuestro si vivimos de espaldas a ello.
Te adentras en la mente infantil de la mano de Fassbinder (Ruleta china) o Carlos Saura (Cría Cuervos) con similar interés por captar esa voluntad de blandir para sí mismas un sentido propio de la justicia, enajenado pero con su lógica interna, y sin remordimiento.
Me interesan, por una parte, la lucidez y la claridad de la infancia, esa capacidad para entender la realidad de forma nítida, y por otra, toda la fe, el potencial de acción y de expresión tan grande que, sin embargo, está en muchas ocasiones limitado por los adultos. Y, claro, quiero estar en contacto con eso como adulta. Aunque como tú dices, se pueda caer en cierta enajenación, se tiene una gran libertad para llegar hasta el final. Esto sí me parece rescatable como actitud.
Vivimos una realidad fabulada, que puede tener algo de experiencia vivida pero entretejida con muchas otras ficciones. Y estas a su vez pueden proceder de dentro o de fuera de nosotros mismos. Esto parece que nos abisma un poco. Una se acuerda de Madame Bovary y del Quijote. La literatura ha sido una parte muy importante de mi infancia y de mi primera vida familiar, supongo que la necesidad está ahí desde entonces, y es algo que sería importante mantener en la edad adulta.
A veces te detienes en los símbolos que el cine ha sabido manejar para hablar de traumas y de disfunción familar: la bañera de Repulsión (Polanski) o el vaso de leche (Cría Cuervos)… Pero incluso cuando partes de películas favorables a los valores del hogar, introduces elementos discordantes, de modo que hasta Mujercitas se transforma bajo tu pulso casi en un thriller.
Una cuestión importante tanto a nivel gráfico como de temáticas es hacer posible que lo incierto y el desequilibrio tengan un lugar, también todo lo que está fuera de nuestro límites sociales. Para mí es una fuente importante de autenticidad y riqueza, que no siempre es fácil de conquistar.
El hecho de dibujar sin borrar y sin encaje, comenzando desde un fragmento, hace que las figuras se distorsionen; y desde luego, también hace del dibujar una descarga psíquica.
Mujercitas era un clásico de la literatura femenina. En mi casa teníamos el libro y la autora fue un referente en la niñez de mi madre. Me parece divertido contrastar la dulzura con el terror, el rosa con el negro. En el caso de las mujeres, con la educación que hemos tenido, no es difícil que convivan estas polaridades. Para mí ha sido un vehículo para cuestionar, pero también para mostrar significados propios del papel de la mujer dentro de la familia, las relaciones familiares e incluso las relaciones familiares entre mujeres. Por ejemplo, me llamaba la atención esta imagen en la que dos mujeres sostienen una tela. Una especie de Bernarda Alba a lo anglosajón. La literatura del s.XIX escrita por mujeres me interesa especialmente.
Fundes fotogramas de distintas películas, como emulando el modo de trabajar de la memoria, donde no existe unidad de lugar, tiempo y acción. O bien, mezclas imaginario fílmico y cuento popular, como el personaje de Iris y la cerillera de Andersen: almas a las que la ilusión (del amor, de un hogar) mantiene encendidas, pero al regresar del sueño se apagan como fósforos.
Como un ideal de juego–trabajo me gusta un proceso donde las imágenes puedan mezclarse, no importa su procedencia, su momento. Porque están al servicio de otras cosas que lo unen todo. Y pensando sobre la memoria y el tiempo sí me gusta esta fantasía en la que cualquier tiempo y lugar pueden coexistir con el presente. Volviendo a la literatura, ésta te lo permite, pero también el cine y la pintura. Y, como no, internet.
He tendido a leer el cine de una forma en la que los personajes y las situaciones podían tener una interpretación más esquemática sobre el comportamiento humano, con un sentido a nivel psíquico. El caso de Iris, La chica de la fábrica de cerillas, era literal, ya que el director había planteado una traslación del cuento de La cerillera de Andersen.
He aprovechado esto para hacer un proyecto específico en el que se pedía tuviera que ver con la narrativa popular. Sobre ello hablamos bastante durante la exposición en el MUVIM de Valencia, en una mesa redonda con los miembros de la revista Makma y con el público que vino a ver la película, fue muy inspirador para todos. Desde mi punto de vista, Iris se rebela y esto ya merece la pena. Visto como un cuento, la princesa mata al príncipe y también a sus “amados” padres. Como es un cuento para adultos, la princesa tiene que ir a la cárcel, pero la transgresión a nivel psíquico ha sucedido, y eso es lo importante.
Iris consigue asumir un poder por sí misma, un poder que le estaba negado, y ella misma se entrega para asumir también las consecuencias de sus actos. Así que ahí ha habido un crecimiento, ha dejado de creer en las ilusiones creadas social y culturalmente para una muchacha en su posición social, y también ha dejado de estar oprimida, pero de momento no ha encontrado otra alternativa que situarse al margen de la ley y la sociedad.
La Iris del futuro podrá hacerlo de otra forma, espero. La ilusión es muy valiosa. Aprendemos que se debe tener un conocimiento de la realidad junto a ella. Es un aprendizaje, en especial para las mujeres, a las que se nos ha impulsado a ser sólo ingenuas. No es suficiente ni siquiera necesario ser buenas y tener capacidad para ilusionarnos. La realidad, o la vida si quieres, tiene muchas facetas. Así que, en este caso concreto, de este cuento y esta peli, no me parece tan terrible la pérdida de la ilusión, me parece que está bien, que debe ser así. Y también me parece que debemos volver a la lectura de los cuentos de hadas en general. Jaja.
También aíslas personajes, de modo que desprovistos de atrezzo queda subrayado su valor como arquetipos: la viuda negra (La mariee etait en noir, Truffaut) o la imagen de la pietá (la madre con la “niña chica” en Los santos inocentes de Camus)…
Sí. Tengo una inclinación a dibujar figuras o fragmentos de cuerpo dentro de un espacio vacío que me mueve mucho y que ando queriendo trasladar al espacio físico, a través de cuerpos de personas o de escultura…. Me interesa la relación entre varios cuerpos, cómo y quién sostiene el peso, cómo se sostiene un cuerpo solo en el espacio, además de toda la carga emocional que conlleva, de arrojo o de compasión… Para mí son, de momento, una forma de escultura imaginada. Y puede que sí, que este tipo de imágenes sean las que más me acercan a un imaginario colectivo.
Entrevista a cargo de Anna Adell
Marta Beltrán ha participado en la última edición de JustMAD, con la galería sevillana 13ESPACIOarte, feb-2018
Ganadora en el último certamen de dibujo Gregorio Prieto XXIV.
Ha expuesto “La vendedora de fósforos”,en el MuVIM, Museu Valencià de la Il.lustració i de la Modernitat, Proyecto ganador del Premio de Dibujo DKV-MAKMA 2017 , entre otros.
es potente esta artista , comparto esos referentes fílmicos . y como siempre buena entrevista gracias
yo también los comparto, gracias a ti!