De Quincey disertó sobre la posibilidad de estudiar un asesinato como si del análisis de un cuadro o una escultura se tratara, obviando los aspectos morales del mismo. Nuestro poso mórbido se revela en tales situaciones, ante la fascinación incómoda que nos despierta el sadismo. Una extensa galería de mujeres sádicas salpica la Historia de sexo y sangre, mezclándose la crónica y la elucubración literaria. El personaje real se enriquece de atributos míticos, y el […]