eugenio merino - paraiso - le bastart

Eugenio Merino piensa, luego estorba

Cuando se establecen las reglas de un juego hay dos figuras que vienen a desbaratarlo: el tramposo y el aguafiestas. Al primero se le puede llegar a perdonar porque, al menos en apariencia, respeta el “círculo mágico del juego”. El aguafiestas, en cambio, deshace la ilusión y merece ser expulsado. De ello nos habla Huizinga en su Homo Ludens. Eugenio Merino siempre ha sido un aguafiestas, un apóstata, un hereje. Merino seguramente se ha nutrido más […]