Desde que en los años ochenta contribuyera a forjar lo que hoy se conoce como lenguaje furero, Marcel·lí Antúnez Roca ha seguido profanando territorios limítrofes entre espectador y performer, entre artes escénicas y plásticas, teatro callejero y clásico, arte popular y tecnología punta.
En sus proyectos conviven el uso de sofisticados interactivos con aspectos vivenciales que mantienen intacto el cordón umbilical con su orígenes: el obrador de la carnicería familiar, el matadero, los festejos…, en tanto herencia de una cosmovisión ligada a las comunidades rurales, en las que el hombre, el animal y la tierra forman parte de un mismo ciclo; y en las que ningún proceso corporal recibe el apelativo de abyecto, encontrándose aún a salvo de las profilaxis simbólicas que adoptan las sociedades modernas.
Marcel·lí integra en esos mismos ciclos orgánicos los procesos culturales que transforman nuestros cuerpos y la forma de relacionarnos. Las implementaciones mecatrónicas que diseña y utiliza en sus actuaciones a modo de prótesis, exoesqueletos, interfaces y robots le sirven para potenciar aspectos que tienden a estar desatendidos en la era digital: la narración oral, la comunicación corporal, la visceralidad del instinto…
La naturaleza pulsional de las relaciones, el sexo, la vida y la muerte, es eje vertebrador de su obra. Nos proveemos de extensiones tecnológicas como estrategias de control y sumisión, pero también sirven para amplificar nuestras potencialidades psicosomáticas. Ambos extremos (coacción y distensión, dolor y éxtasis, eros y tanatos) se conjuran en performances donde los espectadores pueden intervenir en el curso de los acontecimientos gracias a la narrativa hipertextual y a las prestaciones telemáticas.
- Si tuviera que sintetizar en una frase tu búsqueda diría que es el interés por expandir la experiencia sensorial e imaginativa del ser humano. Lo aparentemente paradójico es que consigues hacer de la tecnología una herramienta para recuperar lo más básico y animal que anida en nosotros. ¿Lo natural se ha desnaturalizado y precisamos del artificio para re-naturalizarnos?
Efectivamente para mi el núcleo del arte está en la capacidad para expandir la experiencia sensorial e imaginativa del ser humano y a la vez para dar respuesta a sus pulsiones básicas, es decir aquello que tenemos de animales (que es todo) . No obstante, sobre todo en los entornos urbanos vivimos en un mundo alejado de la naturaleza y construido por artificios culturales como cloacas, calles, edificios y urinarios. Nací en el campo donde aun hoy lo natural y lo artificial conviven, y mi “cosmogonía” se formó en base a esas vivencias. De modo que para mi no es paradójico hacer lo que hago.
- Incluso en una pieza como Epizoo, donde el exoesqueleto en lugar de expandir el cuerpo lo sometía telemáticamente, la idea inicial era crear una máquina sexual para permitir relaciones profilácticas en los tiempos del sida. ¿La tecnología al servicio del goce?
Por supuesto. El dispositivo principal de mi acción Epizoo es un muskeleton, es decir un exoesqueleto mecanizado que controla algunas partes de mi cuerpo, las erógenas. Este dispositivo permite al usuario “tocar” telemáticamente mi cuerpo. Este movimiento está producido por una máquina imperfecta que en ocasiones en vez de producir placer produce molestias, dolor. El sexo es en sus últimas consecuencias un pulsión de vida, cien años sin un polvo y se extingue nuestra especie, mientras que la violencia es una pulsión contraria, de muerte. Epizoo plantea este doble juego donde el roce erótico es en ocasiones violento.
- En proyectos posteriores, junto a interfaces corporales que te trasladan a tiempos míticos (inspirados en la Odisea, en la leyenda del minotauro…) despliegas narrativas hipertextuales, interactivas… que en mayor o menor grado supuran erotismo. ¿Permite la fábula tratar lo relativo al sexo de un modo inocente, burlando tabúes?
El mito y la fábula trasladan nuestras pulsiones fundamentales en un ámbito narrativo y en cierto modo las suavizan. Aunque me interesan también las propuestas crudas y descarnadas entiendo que no siempre es fácil llegar con ellas al público. Fabularlas es un modo de tender puentes entre tus ideas y el público. Por otro lado me interesan los mitos griegos porque resumen un mundo anterior a las religiones monoteístas y muy conectado con los fenómenos de la naturaleza, me siento como en casa en ellos.
- Nos adentras también en futuros utópicos inspirados en la microbiología en los que intervienen prótesis de excitación sexual y neurológica. La reproducción por esporas de los hongos (xampisex), la sexualidad floral… son modelos de los que extraes prototipos de estimulación orgiástica. ¿el sexo rizomático sería metáfora de utopía social? ¿flujos afectivos como engranaje relacional?
Las acciones donde recojo la descripción de estos dispositivos utópicos son Transpermia y Protomembrana. Utilizo una forma de relato paracientífico que de forma irónica me permite exponer mis ideas. Esta fórmula me gusta. Aunque las ideas que desarrollo son de tipo especulativo he tenido ocasión de trabajar algunos de estos preceptos en mis workshops, Satèl·lits Obscens 1996/97 y durante la creación de Hipermembrana 2007, en esos casos las experiencias de corte orgiástico son muy intensas y los que participan de ellas las gozan, ahí si que existe algo real.
- Animales, máquinas y personas integran ritos orgiásticos en clave de fábula ¿sentimiento panteísta o tecno-zoofilia?
Sentimiento panteísta tecno-zoofílico
- Otro símil extraído de la biología al que recurres es el término de membrana, aquello que aísla al tiempo que transpira. Tus dibujos, artilugios y performances enfatizan la porosidad de la piel, profanando los límites que se le imponen, tanto hacia el interior como hacia el exterior. Vestidos que traicionan su función aislante, que detonan secreciones (fluxdress en hipermembrana…), máscaras que sugieren transformismos liberadores de la identidad… La cibernética en principio contribuye a permeabilizar esos límites, pero también puede reforzarlos. ¿Como ves el futuro?
Creo que el desarrollo del pensamiento tradicional (s.XX) se ha producido en compartimientos estancos (dentro de ellos, nunca en los bordes) por una cuestión de dificultad, ya que los limites suelen ser complejos. Pero desde hace 25 años ha irrumpido una herramienta que permite la gestión de la complejidad, las computadoras. El futuro pasa por ahí. Escogí las membranas precisamente porque me interesan los límites, las fronteras, estos espacios de tránsito, las prótesis, las interfaces, los esfínteres, los gestos…
- El sexo es la manifestación más evidente de la vida… adopta las formas más imperceptibles y las más obscenas… Son frases que rescato de tu manifiesto El dibuixant. Hablando de lo obsceno, lo grotesco…, tus trabajos, aunque no sea su motivación principal, parecen mofarse del estigma que pesa sobre esas categorías, y de lo ridículo de unas demarcaciones que se reasignan en cada época y lugar. Dices buscar la experiencia vital en todo su abanico. ¿Como lograrlo en un mundo que cada vez nos aleja más del cuerpo real?
Es una cuestión complicada porque los mecanismos tradicionales que estigmatizaban lo obsceno se han disuelto en el ámbito de lo privado con la masificación pornografía. Hay una diferencia entre lo público y lo privado que todo el mundo acepta y que a menudo enreda este objetivo: la experiencia vital en todo su abanico. Algunos aspectos de mi trabajo intentan combatir este lío con la creación de dispositivos, imágenes y relatos que invitan a una experiencia distinta.
Anna Adell