La intimidad es el mayor grado de exposición y riesgo al que podemos llegar, es pura exterioridad inhóspita. Al contrario de lo privado, que podemos encerrar bajo llave, lo íntimo solo puede experimentarse en relación con los demás. Sólo nos sentimos desnudos y vulnerables cuando alguien nos mira.
Tomo prestada de Jose Luis Pardo esta revisión semántica para tratar de entender la obra de Abel Azcona, porque reconozco que me genera sentimientos encontrados, entre la fascinación ante la valentía de ese modo de salir a la intemperie y la repulsa al amarillismo mediático que siempre tratará de transformar lo íntimo en basura privada, vendible, carnada de espectáculo.
Siguiendo a Pardo, la intimidad no es susceptible de hacerse pública porque pertenece al ámbito de la comunicación implícita, connotativa. Solo lo privado puede hacerse público, que en el caso de Azcona serían sus datos biográficos: ser hijo de prostituta heroinómana que quiso abortar y no la dejaron, haber sufrido abusos sexuales de niño, sus brotes psicóticos e intentos de suicidio.
Este background a lo Wojnarowicz (o a lo Jean Genet, como bien observó Ricardo Recuero en un artículo en PAC) fundamenta su obra, pero ésta no escarba en la mierda privada sino que muestra la ruina íntima, lo irresoluble. Su historia le reportó una ventaja respecto a la mayoría de nosotros, y es el saberse sin refugio. Los mortales no pertenecemos a ningún sitio, escribe Pardo, no tenemos casa definitiva, por eso cuando más cerca estamos de nuestro lugar (o sea, del no lugar) no es refugiándonos en nuestro interior sino saliendo fuera, mostrando la estructura, los cimientos, en estado de ruina.
Su arte, como el de Genet (a los ojos de Sartre) se origina desde el resentimiento y la sensación de no-ser; en el caso de Abel, ante una sociedad que obliga hipócritamente a nacer a un niño no deseado, condenándolo a una vida de proscrito. Tiene una serie de acciones (desde Empathy and Prostitution, Las Horas… hasta La Guerra, 2016) en las que ese vacío ontológico que el otro ha de llenar se manifiesta por tu ausencia emocional, dejando en el espacio solamente tu cuerpo. En esta última del festival Intramurs fue llevado al extremo, al permanecer inconsciente por efecto de la ketamina.
Leyendo las reacciones de los visitantes en cada uno de estos proyectos me parece adivinar que aunque siempre hubo un equilibrio entre la agresión y el cariño, en La Guerra la balanza se inclinó completamente hacia el afecto. Como si Azcona hubiera ya creado cierta aura, siendo icono para muchos, o bien podríamos decir que finalmente la empatía (algo que ha buscado desde que escuchó esta palabra en boca de tu madre, aunque en sentido peyorativo) ha triunfado.
En otro bloque de trabajos, por el contrario, la autoexploración se ha basado en el confinamiento, la privación de libertad. Aunque no siempre se encerraba solo, en última instancia prima el repliegue introspectivo. Y del aislamiento al renacimiento: el útero puede ser la tierra (buscando en los Pirineos un regreso al seno telúrico), pero también una contenedor de basura (XII Bienal de Lyon).
Volver a nacer, volver a sentir el abandono, volver a vivir la clausura, a sufrir abusos… Incluso ha llevado la repetición (o regresión) a un periodo pre-biográfico, volviendo a vivir la experiencia de su madre, o al menos queriendo sentir lo que una prostituta experimenta llevándolo a la marginalidad extrema: hacer la calle como inmigrante (Colombia) y como trans (tratamiento hormonal).
Freud vinculaba la compulsión a la repetición con la pulsión de muerte. Algo de eso hay en Azcona, pues ha puesto en riesgo su integridad física y psíquica en muchas ocasiones, lo que me recuerda aquella parábola kafkiana sobre un ayunador vocacional (Un artista del hambre): no era sacrificio, decía entre estertores, es que no encontré comida que me gustara. ¿Qué pasará cuando Abel encuentre comida que le guste? ¿El arte perderá el sentido para él si algún día le encuentra pleno sentido a la vida?
O quizás, aunque nunca se puede pasar página del todo, ¿lo social irá ganando terreno sobre lo biográfico en su lucha por arrasar con fundamentalismos, tabúes y silencios cómplices, como ya hizo en Desenterrados, Amén y Eating a Coran?
Anna Adell
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Eventos en curso:
Exposición retrospectiva Abel Azcona. La línea de tu espalda in Museari, Museu de l’Imaginari, enero-febrero 2017
Primer artista europeo invitado a D’LAB–Dhaka Live Art Biennale, Bangladesh, Bienal de Arte Contemporáneo, performance y exposición, 1-3 febrero 2017
Houston International Performance Art Biennale, experimental action, performance Feb.
Defibrillator Gallery, Chicago, performance programme
Exposición retrospectiva en ArtSpace Mexico, Ciudad de México, junio 2017