Máquinas cuentacuentos y utopías algorítmicas

Una ciudad desierta, salvo por los coches que patrullan a toda hora, es recorrida en taxi por un periodista: de su oficina de redacción a un museo con objetos extraños, de sórdidas habitaciones de hotel a talleres clandestinos y sótanos de revelado fotográfico. Por el nombre de las calles, sabemos que estamos en Buenos Aires.

eve sussman - whiteonwhite - le bastart
Eve Sussman “Whiteonwhite: algorithmicnoir”, videoframe

Otra ciudad espectral, perteneciente a alguna república exsoviética, como adivinamos por su arquitectura estalinista, recibe la visita de un geofísico a través de cuyo extrañamiento y mirada suspicaz buscaremos algún tipo de sentido en las cifras grafiteadas sobre las moles de hormigón. Con él, subimos ascensores suspendidos en un vacío gélido e ingresamos en salas de control de vuelos espaciales. El tiempo parece haberse detenido, o al menos rarificado, en estos escenarios retrofuturistas de acero y cristal.

En cada una de estas metrópolis, una máquina cibernética combina y recombina relatos que nos introducen, respectivamente, en un laberinto de lecturas (en forma de novela, la primera; de película experimental, la segunda) que, además, variarán ligeramente en cada ocasión (cada vez que abramos el libro o en cada nuevo pase).

eve sussman - whiteonwhite - le bastart
Eve Sussman “Whiteonwhite: algorithmicnoir”, videoframe

La “máquina de Macedonio” alimenta la compleja red narrativa, tramada con infinidad de fragmentos, de la novela La ciudad ausente (1992), de Ricardo Piglia. La “máquina de serendipia” hilvana un guion siempre cambiante del film Whiteonwhite: algorithmicnoir (2011), de Eve Sussman.

Ambas máquinas suelen encontrarse en un museo. La de Sussman es reprogramada antes de cada pase para que, partiendo de una serie de palabras claves, el algoritmo ensamble de forma aleatoria imágenes y sonidos, de modo que la historia resultante nunca sea exactamente la misma. La “máquina de serendipia” cuenta con un archivo de 3000 clips de video y cientos de sonidos (entre voces en off y temas musicales).

eve sussman - whiteonwhite - le bastart
Eve Sussman “Whiteonwhite: algorithmicnoir”

La máquina de la novela de Piglia se conserva en un museo, en una sala circular, como circular e infinita será su historia. El azar y el error serán también su fundamento, porque concebida inicialmente como aparato de traducción, al equivocarse genera variaciones y, por ende, nuevos relatos. Se nos cuenta que el escritor Macedonio Fernández quiso volcar en ella la mente de su mujer fallecida, eternizar su conciencia. Pero lo que la hará eterna será su capacidad de absorber recuerdos ajenos, de otras personas y otros tiempos, incluso del porvenir.

eve sussman - whiteonwhite - le bastart
Eve Sussman “Whiteonwhite: algorithmicnoir”

Piglia parte del género de la novela policial y pervierte sus cánones. Sussman se apropia de las reglas estéticas del cine negro y las tergiversa. Sus respectivas máquinas son como Sherezades que posponen eternamente el desenlace y nos hacen ingresar en un tiempo circular, donde la ciencia-ficción se proyecta hacia el pasado. Las rige el principio del eterno retorno, de loop audiovisual o textual, aunque en su forma de contar nada regresa de la misma manera.

El trasunto de La ciudad ausente es la dictadura argentina, el estado policial frente al que la máquina de Macedonio supone la fuerza subversiva del lenguaje que brota desde abajo y se ramifica en canales subterráneos. “La Eterna”, así la llaman, es temida por el poder represor porque da cauce a un flujo imparable de voces, pero también y sobre todo porque la ficción nutre la realidad y la transforma: “todo es posible, basta encontrar las palabras”.

eve sussman - whiteonwhite - le bastart
Eve Sussman “Whiteonwhite: algorithmicnoir”

La capacidad del lenguaje para incidir en la vida real aparece también sugerida en la película de Sussman. Imágenes de archivo en blanco y negro de la ciudad y el extrarradio alternan con registros espontáneos en interiores de cafés y apartamentos. Domina una atmósfera distópica y vigilante, pero la ambigüedad narrativa y el papel que la serendipia algorítmica juega en cada visionado delegan en el espectador la responsabilidad de encontrar una salida. De un modo u otro, debemos llenar las lagunas.

En algún momento de la película se nos insinúa que en City-A (así llamada en homenaje a Alphaville, el film de Godard) las palabras ya no sirven para comunicarse. El lenguaje va a ser racionado, como el agua potable. Se sospecha que las autoridades han contaminado el agua con litio para idiotizar a a la población. Para salir del atolladero de paranoia e incomprensión, parece decirnos Sussman, debemos aprender de la “máquina”: confiar en el hallazgo casual (en la serendipia aplicada al lenguaje) y dejarnos llevar por nuestra intuición para encontrar algún sentido dentro del rompecabezas narrativo.

eve sussman - whiteonwhite - le bastart
Eve Sussman “Whiteonwhite: algorithmicnoir”

No deja de ser significativo que en La ciudad ausente también se siga el rastro de una gramática perdida, de un idioma común. Disidentes políticos, expatriados y rebeldes se refugian en una isla donde ansían fundar una especie de “utopía lingüística”, donde las lenguas están vivas porque mutan constantemente, conformando una suerte de poliglotismo creativo. El Finnegans Wake de Joyce es el libro de cabecera de los isleños porque “está escrito en todos los idiomas”.

Datos reales y ficticios se entremezclan en ambas propuestas. En el libro, acontecimientos históricos son destilados en clave poética, y algunos personajes se inspiran en escritores, políticos y disidentes que existieron, pero la máquina permuta sus biografías del mismo modo que transforma el material literario que la nutre: el cuento William Wilson de Poe es el primero que introducen en la máquina, y ésta disgrega los elementos del cuento dando inicio a una trama sin final. Réplicas y desdoblamientos (recuérdese que el doble es el tema de aquel cuento) impregnarán el mecanismo, haciéndolo inmortal.

eve sussman - whiteonwhite - le bastart
Eve Sussman “Whiteonwhite: algorithmicnoir”

Por su parte, el referente cultural o “mito de origen” que alimenta la máquina fabuladora de City-A es Alphaville de Godard (aquella metrópolis orwelliana donde la voz del Gran Hermano resuella a través de las aspas agitadas de un ventilador), pero otra fuente de inspiración importante es (como revela el título “Blanco sobre blanco”) el misticismo utópico de Malévich, o más exactamente, el melancólico despertar de entre las ruinas del sueño cósmico suprematista. Las corporaciones capitalistas reutilizan las viejas oficinas soviéticas. Los códigos de control son otros, pero siguen siendo igual de turbios. El geofísico intenta en vano descifrarlos. O quizás depende de mi como espectadora que él lo consiga, si lo ayudo a llenar con mi imaginación los espacios blancos.

Vivimos inmersos en una especie de sampleado temporal. Los tiempos verbales se confunden. Buscamos imaginarios del porvenir en viejas bobinas de filmoteca, y aunque vivimos acelerados, paradójicamente tenemos la sensación de que el presente se expande por todos lados, escamoteándonos cualquier atisbo de horizonte. Sin embargo, es un presente plagado de piruetas temporales: ucronías, anacronismos, analepsis, elipsis, remembranzas… Los quiebres narrativos enriquecen y complejizan el lenguaje. Si “pasado” y “futuro” son solo “etiquetas” de un sistema informático juguetón, se abre un mundo de posibilidades infinitas.

Anna Adell

eve sussman - caixaforum - le bastart

 

 

 

La película Whiteonwhite: algorithmicnoir, de Eve Sussman puede verse hasta el 19 de junio de 2022 en Caixaforum, en la exposición ¡Ratas! ¡Ratas! ¡Ratas! La gramática poética del hack, comisariada por Bárbara Cueto.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *