El pasado está cautivo en el mundo de los objetos, en todo aquello que llamamos inanimado a pesar de que si no tuviera algún tipo de ánima no incitaría el recuerdo.
La obra de Nathalie Rey pivota en torno a la memoria, que destripa y recose en su mesa de operaciones, diseccionando peluches reciclados, sus pequeños monstruos.
La inteligencia no debería intervenir en la arqueología de la memoria, al menos en un primer momento, escribía Proust, porque sólo llegaremos a sus pliegues más ocultos cuando ésta se dispara de manera involuntaria. El mundo material y sensorial (olores, sabores…) nos auxilia en nuestra búsqueda.
1. Mike Kelley volcaba en sus peluches el lado oscuro del puritanismo provinciano en el que había crecido. Para ti, ¿son también registros de la perversión humana? ¿podemos decir que hay algo de exorcismo en el modo en que conjuras al mal a través de tus freaks de peluche?
Me gusta mucho la expresión “conjurar al mal”. Sí, creo que hay algo de esto. Cuando empecé a trabajar con los peluches, pensaba, y me parece que llegué a escribir, que había vuelto a preocupaciones formalistas. Ahora han pasado dos años, y lo veo de une manera completamente diferente. Tiene que ver con la reflexión de Proust que citaste al principio. Cuando trabajo, prefiero no pensar mucho. He aprendido a confiar en mi intuición y prefiero que salgan cosas inesperadas (lo de los peluches lo fue, indudablemente) cuyo sentido tenga que descifrar a posteriori. Cuando el sentido de la obra surge de golpe, cuando de repente percibes el hilo conductor que lo une a todo lo demás, entras en un estado de comunión absoluta con el universo, como Proust al comerse la magdalena o Baudelaire, el poeta vidente.
Para volver al tema de los peluches, entendí qué es lo que estaba haciendo cuando empecé a informarme sobre la J-pop (la cultura popular japonesa) después de oír una y otra vez que mi trabajo tenía una influencia japonesa. Cuando ya había terminado Millenium Monster, descubrí la historia del monstruo Godzilla, kaiju acuático radioactivo que fue inventado el mismo año en que la tripulación de un barco de pesca japonés fue contaminada por ensayos nucleares norteamericanos. Así que, después de la serie Fukushima, Millenium Monster se integró naturalmente a mi relato de catástrofes variadas…
2. “Eternal monsters” es el título de una de tus series, guiño al universo marginal que fascinó a Diane Arbus. Están enjaulados, segregados por sus “anomalías”. En esta y otras series (peluches moribundos entre escombros radioactivos, pingüinos-misiles, “pilas” de reses o patitos…), los animales son testigos mudos de la monstruosidad del hombre. ¿Es así?
Sí, uso los animales para contar fábulas, como Lafontaine o Esopo antes de él. Fábulas desastrosas, claro está. Igual hablamos de un recurso muy común, el de la metáfora. Permite un distanciamiento respecto de los hechos descritos. En lugar de enseñar las cosas tal cual, crudas, usas una imagen más ambigua que remite no solo a los hechos sino a todo un campo semántico relacionado. Me encantaría que mis animalitos protagonicen historias más alegres pero no va con ellos. De hecho, son sobrevivientes. Nosotros somos sobrevivientes.
3. Tanto la memoria íntima como la histórica son campos minados de lagunas: recuerdos reprimidos en el primer caso, episodios silenciados en el segundo. ¿Acierto en pensar que son esas minas las que tú quieres pisar? ¿romper silencios?
Sí sí. Realmente creo que has captado muy bien mi trabajo! Como he dicho antes, de entrada, no sé qué esconden mis obras, si es que llegue alguna vez a saberlo del todo! Mi trabajo es el de Proust: superponer imágenes, deconstruir el tiempo lineal, tejer una red sensitiva que resuene con muchas realidades a la vez. Lo que nos enseña Proust, u otro escritor inmenso, Jorge Semprún, es que siempre hay una correspondencia entre los acontecimientos personales y la historia universal. Un poco lo mismo que pasa con Anselm Kiefer cuando dice que cada planta corresponde a una estrella. Existen hilos invisibles. Y la cuestión es llegar a estos estratos ambiguos de nuestro pasado individual y colectivo. Semprún se heló cuando supo del suicidio de Primo Levi, ocurrido el 11 de abril de 1987, porque él había sido liberado del campo de concentración de Buchenwald un 11 de abril. Yo nací un 11 de abril. Ya ves cómo venimos todos marcados por una historia que ignoramos.
4. Tus animalillos empezaron poblando tus pinturas, y después tomaron forma tridimensional. En el ámbito de la escultura, creo que hay una postura anti-mercantil al optar por materiales pobres, la artesanía…, lo que se expresa claramente en aquellas “instrucciones (absurdas) de montaje” con las que frustras cualquier intento de reproducción.
Correcto. Ahora, no es una postura militante. No soy altermundialista o antiglobal, cómo se diga. Pero es cierto que la poesía difícilmente surge de las cadenas de producción o las centrales nucleares. Aunque… Quizá mi propósito sea un poco más específico. No pretendo denunciar la producción de masa o la destrucción del planeta. Además de que no soy nadie para pararlo. El arte no nos salva del desastre. Esa utopía ya pasó. Yo, como cualquiera, soy un producto de mi época. Me interesa entenderla y actuar con lo que me proporciona. ¿Se produce el accidente nuclear de Fukushima? Muy bien. Pues miraremos que estas imágenes de destrucción formen parte de una nueva tradición paisajística pos-apocalíptica. ¿Se produce una J-pop que arrasa con todos los modelos culturales anteriores? Perfecto. Usaré los mismos productos de esa cultura para fabricar engendros nuevos que trasciendan los objetos de consumo. Lo absurdo es una buena forma de resistencia.
5. Ahora estás haciendo unos talleres con niños. Explícanos en qué consiste y háblanos de la muestra expositiva que resultará de ello.
Eso sí que es una bonita historia! Los niños son los alumnos de 4º de la Escuela Montserrat Solà de Mataró. La responsable del departamento de artes plásticas, Susana Bacardí, se puso en contacto conmigo tras ver mi trabajo de peluches transformados. Los niños, sus tutores y yo, desarrollaremos a lo largo de este trimestre un proyecto llamado Monstruos eternos. La idea es sensibilizar los niños a un proceso artístico que permita abarcar todo tipo de temáticas actuales (identidad, consumo, medio ambiente) desde un punto de vista lo más familiar e íntimo posible. Durante el trimestre, los alumnos trabajarán a partir de sus propios peluches y juguetes; luego, a finales de mayo, se montará un workshop con las familias, en el que, entre todos, “destriparemos” más peluches; esto en previsión de la siguiente y última etapa del proyecto en la que recogeré todos los peluches transformados e imaginaré, a partir de ellos, una obra nueva que fabricaré con la ayuda de los niños. Esta última metamorfosis, además, se dará ya fuera de los muros de la escuela, puesto que el centro Roca Umbert de Granollers nos acogerá, a los alumnos y a mí, en el marco de su programa de residencias. Y luego queremos exponer la totalidad del proceso, desde la obra míaen la que se interesó Susana Bacardí, pasando por todos los trabajos de los alumnos, unos cuantos videos de entrevistas de los niños así como de una especie de cuento que imaginé para presentar el proyecto, un reportaje del workshop y el trabajo de residencia de Roca Umbert. La intención no es tanto exponer obras, sino enseñar todas las etapas de desarrollo del proyecto. Mucho trabajo pero una alegría para mí por la riqueza que supone colaborar con toda esa gente.
Entrevista a cargo de Anna Adell