Suena “claro de luna” de Debussy bajo las bóvedas del hemiciclo del palacio de Congresos peruano. Aquella música galante inspirada en divertimentos aristocráticos y fiestas de disfraces refiere ahora otro tipo de mascaradas, las que ocurren entre los bastidores de la política. Un polvo blanco va cayendo del cielo raso y acumulándose sobre la alfombra roja hasta alcanzar la altura de las hornacinas desde cuyo interior unos santos presencian este milagro de la multiplicación de la cocaína.
Es una pieza en vídeo de Diego Lama (The Act 2011), límpida en su mensaje y sutil en su puesta en escena. La implicación de miembros del gobierno peruano en el narcotráfico es una verdad a voces, y también lo es su impunidad. Donde las palabras sobran, bienvenida sea la música, y más si es “disonante”.
The Act es una de las obras escogidas por el comisario Adonay Bermúdez para dar cuerpo a una exposición itinerante cuyo título, La emancipación de la disonancia, ha sido tomado de la teoría atonal de Arnold Schönberg. Este compositor vienés montó un gran revuelo liberando a los acordes de la obligación de resolverse en consonancias tonales. La emancipación del buen tono aplicada al arte audiovisual se concreta aquí en disonancias lúcidas entre la lírica y la imagen, rompiendo las verdades armónicas con contrapuntos chirriantes.
La palabra “culpable” reverbera en un eco indeleble al repetirse en una amplia gama de registros vocales de una coral de canto. Con esta obra, Regina José Galindo daba salida al torrente de indignación del pueblo guatemalteco ante el juicio fraudulento en el que se condenó al dictador genocida Efraín Ríos Montt, quedando en libertad a los pocos días del fallo.
Con Saskia Calderón, la exposición vira de la ira colectiva al lamento ancestral de unos pueblos cuya heroica subsistencia en el transcurso del tiempo a pesar de la colonización, primero, y de los intereses petrolíferos, después, va viéndose atrapada en situaciones cada vez más críticas. La artista ecuatoriana canta con bella voz de soprano un “requiem huao”. Lleva el rostro el rostro tintado con pigmentos vegetales y un peinado inspirado en los que lucen las mujeres Huaorani del Amazonas, pero vestida a la occidental para subrayar los efectos del capitalismo poscolonial.
También el desierto de Atacama está de luto, con una bandera negra ondeando en su lomo mientras se escucha la voz del poeta Dionisio Cañas cantándole a la “concha de tu madre”: una misiva audiovisual irreverente del artista Francis Naranjo dando voz a una madre-tierra cabreada.
Otra frase popular, en este caso a la española, es la que recoge María Cañas para ridiculizar los mitos vinculados a lo castizo, lo viril y los rancios nacionalismos, pero también el comportamiento aborregado del pueblo: “al toro bravo échale vacas” es el título del vídeo en que vemos de espaldas a un vaquero sentarse en una silla y tocando un desafinado himno nacional para atraer a las vacas, que se le van acercando mansamente.
Así como los hits musicales se cuelan en todos los ambientes sin ser invitados, sonando por doquier, torturando nuestros tímpanos, los ataques terroristas también irrumpen cuando menos te esperas, agazapándose el miedo en cada rincón del espacio público. Un melindroso hit de los años 70’s y el grupo terrorista que sembró el terror en España durante décadas coinciden en “Feelings”, una caja de música de Joaquín Segura: un guerrillero de ETA reducido a figurita kitsch de cerámica, y para más melindre, haciéndolo bailar al son de “Sentimientos” de Morris Albert cuando se le da cuerda, ridiculiza y desactiva cualquier resquicio de sentido a una política que esgrime el terror sobre la población civil como panfleto.
Y para terminar, música marcial en el caricaturesco vídeo de Federico Solmi, en el que la maquinaria mediática y militar al toque orquestal de Johann Strauss, aúnan esfuerzos para alcanzar el más alto grado de exhibición obscena. Con el logo inicial de la Paramount, se nos narra en tono hollywoodense la visita del “último tirano” asiático a EUA, un líder estereotipado que confiesa a su entrevistadora haber tomado como modelo la demagogia norteamericana en su empeño por dominar el mundo. En la caracterización del personaje y en el despliegue militar desfilando por la ciudad coinciden la parafernalia comunista y el sensacionalismo estadounidense. “A song of tyranny” (2012) es la primera parte de una trilogía en la que Solmi parodia las inercias corruptas y degradadas encaminadas a la autoaniquilación. La técnica que utiliza, mezclando dibujo a mano y animación 3D, contribuye a configurar la atmósfera exacerbada, entre pop y expresionista, de un mundo a la deriva en el que todo parece haber sido planeado tras las pantallas de unos videojuegos.
Anna Adell
La emancipación de la disonancia podrá visitarse hasta el 19 de enero 2020 , en el Centro Cultural de España en México. Exposición itinerante producida por Segretaria Culturale Iila y Gran Canaria Espacio Digital Gran Canaria. Comisariada por Adonay Bermúdez