Roberta Marrero nació y creció en una isla, Gran Canaria, a su vez inserta dentro de una cultura, la española, que en los albores de los años setenta también era insular, oscurantista y piadosa. Al menos, así la recuerda ella. Pero la mente de aquella niña derrumbaba todo aquel cercado, y con espíritu genuinamente posmoderno empezó a registrar en su archivo imaginario una peculiar mescolanza iconográfica entre estigmas e ídolos pop, entre estampas kitsch de […]