Del fragor de la joie de vivre al silencio del éxtasis solitario, de la pose histriónica de las chicas achispadas por la fiesta e increpadas por la cámara a las implosiones gozosas apresadas bajo cuero y látex. Es un camino de depuración, artística y emocional, en ese capturar la felicidad efímera, el que ha seguido Juan Francisco Casas. Ese camino, al pasar por Roma, se cubrió de espinas (eso sí, placenteras). Allí se sumió en los […]