Hedonismo crítico es el título del próximo evento de El Palomar, pero también resume el posicionamiento artístico que ha regido este proyecto desde su nacimiento. Tras este aparente oxímoron o palabra compuesta de términos incasables se define un modo renovado de entender la producción cultural: la fiesta no está reñida con la reflexión, la hondura conceptual no lo está con la diversión.
Mariokissme y R. Marcos Mota, sus artífices, siempre han sido elocuentes en la elección de epígrafes. Ya desde la exposición inaugural de su ático en el poble sec (que en tres años se ha convertido en espacio de referencia del overground barcelonés), tomaron prestada una frase de Rafael Reig, Lo más revolucionario hoy es ser casto o tener una vida sexual frustrante, como prólogo de lo que sería una programación que iría dando la vuelta a la tortilla de ideas prefabricadas en torno a la identidad, evidenciando la falacia de la libertad y de la apertura mental.
El palomar, incubadora de propuestas propias y de otrxs, atalaya desde donde atisbar horizontes pero sin olvidar el pie de calle: nido de palomas arrabaleras, pero también posada para palomas migrantes antes de emprender su vuelo hacia bienales internacionales. Lugar de cruce y cauce entre el ayer olvidado y el hoy marginado, pero que desde los márgenes ha venido siendo también nodo de relaciones en la trama del arte más puntero.
Compaginando labores poliédricas (como artistas, comisarias, gestoras culturales, magníficas anfitrionas y archivistas de lo proscrito) han ido trazando genealogías de lo queer, rescatando figuras olvidadas o tergiversadas por la historia (desde Mario Montez a Ismael Smith), tendiendo puentes entre aquellos y artistas actuales que siguen explorando la maleabilidad de las identidades, el cuerpo como territorio de nuevos desafíos políticos.
Las etiquetas encorsetan incluso aquello que nació para no ser encorsetado, como la cultura queer. El Palomar ha devuelto la libertad al término al extender su radio de influencia, aplicando ese estar entre y a través no sólo al cuerpo que reniega de lo binario, también al arte que reniega de jerarquías, de protocolos institucionales, de cubos blancos, que igual se va de fiesta o sale a alimentar palomas con migajas de pan hecho con fluidos sexuales (cortesía de Lucía Egaña).
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Hedonismo crítico forma parte del ciclo Cuando las líneas son tiempo comisariado por Martí Manen para el Espai 13 de la Fundació Miró.
Equipo Palomar responde a la invitación con un evento festivo; la fiesta como formato idóneo de producción e intercambio artístico, pues en ella las jerarquías se diluyen, las pulsiones se liberan y los límites se transgreden. Intuimos que el componente transgresor y regenerador de la fiesta (retomando términos de Bataille y Bajtin) está asegurado ante el elenco de artistas invitados para la ocasión.
Anna Adell