alex frances - beso- le bastart

Jaque al macho

Quizás el primer artista que rompió con el arquetipo del hombre viril fue Bas Jan Ader, cuando a principios de los setenta introdujo en una galería súplicas y frases de melodrama tipo por favor no me dejes; cuando se grabó llorando desconsoladamente (I’m too sad to tell you), acicalando jarrones de flores o deleitándose frente a una puesta de sol.

Bas Jan Ader. I'm too sad to tell you
Bas Jan Ader. I’m too sad to tell you, 1971

Aunque su intención no era minar la segregación de roles sino parodiar la imagen del artista atormentado, abrió una brecha que ensancharían sucesivas generaciones de hombres artistas  disidentes con el estereotipo del macho.

Si en los años ochenta, a raíz de los estragos del sida los artistas se atrevieron a mostrar sus heridas, su yo más vulnerable (Félix González-Torres, Pepe Espaliu…), en los noventa se desbrozaron nuevos senderos para incursionar en sexualidades que cuestionan lo varonil en el sentir masculino.

Alex Francés. Barros (serie 2001).
Alex Francés. Barros (serie 2001).

Alex Francés, desde sus primeras series fotográficas, derribó tabúes asociados a la debilidad del hombre cuando ama, al dolor placentero del sentirse dominado por el amante, al impulso de ser Ofelias anegadas, de ser pasivos hasta extremos masoquistas… Cuerpos que se dejan atar, colgar, arrinconar, penetrar… a cambio de una promesa de fusión con el otro. Promesas en ocasiones fallidas, cuando troncan en placeres onanistas, pero siempre vale la pena intentarlo por lo que tienen de purificador esos ritos, ese cavar la propia tumba, eso sí, dejándola abierta para emprender después el vuelo. Cavarla en la nieve, en la paja o en la ribera de un río, nido-sepultura-refugio .

Cuerpos que transitan entre el repliegue y el desdoblamiento que el deseo espolea, entre el blindarse con armaduras de cerámica y el ahuecarse bolsas marsupiales en torsos de arcilla. Lo masculino reivindica para sí el poder simbólico de incubar, engendrar, cuidar y ser cuidado.

Miguel Benlloc. 11 y media
Miguel Benlloc. 11 de media, 2008

Deconstruir identidades latentes a través del ritual también ha sido terreno abonado por Miquel Benlloch. En sus performances evidencia la mascarada castradora del vestir que uniforma patrones de género según oficios, profesiones y estatus (51 géneros), o lo ridículo del cálculo de los índices de virilidad según el tamaño del pene (11 de media). Sus acciones curan simbólicamente de esos lastres sociales a través de gestos liberadores como el desvestirse (despojarse de ropas coercitivas), adoptar prendas ambiguas (mono de albañil con lentejuelas), hacerse una paja con la polla convertida en globo-prótesis hasta hacerla explotar… Reclama la necesidad de recorrer múltiples intensidades afectivas (inversión) para burlar sexualidades canónicas.

Elio Rodriguez. El fieston.
Elio Rodriguez. El fiestón

La imagen casposa del macho como estampa exótica ha sido blanco de parodias del cubano Elio Rodríguez, que bajo la firma Macho Enterprise s.a. ha venido produciendo objetos artísticos que emulan el kitsch del souvenir caribeño, que corroen el mito publicitario del negro como potencia sexual mediante sincretismos con carteles taurinos y hollywoodenses, que hacen del pastiche un modo de pervertir el imaginario tipificado por el turismo.

Pinturas orgiásticas, exuberancias frutales, títulos como La gran corrida o Fuerza latina…, toda la producción de este artista-empresario-embaucador supura sexo y seducción. Escarba en los estratos del subconsciente colectivo, donde los arquetipos de la otredad despiertan temor a la par que deseo,  para dejar aflorar el machismo que impregna la cultura popular.

Saul Selles. El luchador
Saul Selles. El luchador, 2014

Desde otros ámbitos, Saul Sellés también reflexiona sobre el arte como arma de seducción. Ensayando sobre el propio cuerpo fórmulas con las que contrarrestar la carga competitiva del ring artístico, se ejercitó en el aprendizaje de un baile originalmente asociado con el striptease femenino, el pole dance. De ello nació El luchador, un performance que funde en un solo cuerpo dos prácticas,  boxeo y pole dance, la agresividad masculina y la seducción femenina, diluyendo el cercado entre ambos cotos de exclusividad, dos órdenes simbólicos de construcción de género basados en el culto al cuerpo.

Se ha hablado mucho del arte feminista, disconforme con los cánones patriarcales, pero esos cánones también coartan la libertad masculina. Los artistas citados nos pasean por el lado oculto de la masculinidad, traspasando el umbral de la puesta en escena para hablar con franqueza de su propia experiencia de vida.

Anna Adell

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