Dicen los modernos que amar no conlleva dependencia, que el amor verdadero solo fragua entre espíritus independientes, entre seres autónomos. Suecia llevó esta idea al extremo de acabar siendo el país con más personas viviendo y muriendo solas. El documental de Erik Gandini, La teoría sueca del amor muestra cómo la familia del futuro (auspiciada por Olof Palme) ha tomado preferentemente la forma uniparental de madre soltera que se auto-insemina en casa.
El modelo nórdico hace tiempo que ha hecho metástasis, en caso de que se originara allí. Nacemos y morimos en entornos asépticos, sin apoyo de la tribu (aquella que busca en vano Carolina del Olmo). No es extraño que para encontrar un sueco feliz Gandini tenga que trasladarnos al otro lado del espejo, al modelo inverso de ese ideal de bienestar: Etiopía, cuna del homo sapiens.
Ana Álvarez-Errecalde, desde el arte, nos insta a reaprender lo más básico: sentir, amar, parir, envejecer. Me alejo de Eva (y del castigo divino de ‘parirás con el dolor de tu cuerpo’) para ver a través de los ojos de Lucy (uno de los primeros homínidos encontrados hasta la fecha), escribe en relación al díptico fotográfico El nacimiento de mi hija (2005). El escándalo que suscitó mostrando los momentos extáticos que culminan un parto consciente, sin intromisión médica, unida aún al bebé con el cordón umbilical, y después con la placenta ya fuera, habla por sí solo del complot corporativo que desnaturaliza al cuerpo hasta hacérnoslo repudiar cuando se reivindica tal cual es, emancipado tanto del control farmaco-quirúrgico como de patrones estéticos.
P- Parir como siempre se había hecho, y sobre todo difundirlo como pieza artística, es hoy subversivo; como también puede serlo la maternidad cuando desmantela estereotipos aún vigentes que se polarizan entre la imagen de la madre abnegada y la de la mujer liberada. Tu arte es inextricable de tu vida, principalmente de la experiencia de ser madre. ¿Que es para ti la fotografía: un instrumento de autoconocimiento, catalizador de procesos internos, una herramienta para universalizar experiencias?
La fotografía me permite evidenciar otras verdades, dejar constancia de otras historias que, aunque no son las que nos habían contado, también merecen ser reconocidas y visibilizadas para poder enriquecer el limitado imaginario colectivo que creamos en torno a ciertas experiencias. Como sólo puedo hablar de lo que conozco, aporto mis experiencias de partos, de crianza, de enfermedad y duelos…
Intento utilizar la fotografía como herramienta contestataria. Para desafiar la historia única, preeminentemente capitalista, patriarcal y exitista, que es aquella con la que hemos crecido. El ejemplo sobre Suecia con el que abres esta entrevista es relevante porque justamente lo que intento lograr con mi obra es revelarme contra esta idea asfixiante y represora de “arquitectura social” que determinados sistemas ejercen.
P- La serie fotográfica Las Cuatro Estaciones (2013-2014) son como haikus visuales que resumen la belleza agridulce de una aceptación: una pérdida, un amor incondicional, la simbiosis materno-filial, el instinto protector y cauto de la loba. Se mueven entre el guiño a la fábula y una pátina de religiosidad profana, como un poner atención sobre la trascendencia de lo cotidiano, como si cada estación tuviera algo de hierofanía.
Creo que así como la belleza está en el ojo de quien mira, la posibilidad de reflexión, transformación e inspiración se encuentra en los vínculos que establecemos y sólo depende de cuán dispuestos estamos a sentir, aprender y dejarnos transformar por estas vivencias.
La visceralidad y corporalidad de algunas de mis imágenes pueden parecer oponerse a la búsqueda de lo sagrado pero tal vez la clave está en que somos más permeables a la hierofanía cuanto más desnudos de artificios estamos.
P- Desde los años setenta el arte que ha querido cuestionar el artificio del cuerpo cerrado, sin fisuras, ha reivindicado los flujos y secreciones que nos conforman. Como decía Kristeva: “el artista es la figura socializada de lo abyecto”. Cuando visibilizas la sangre, en Tres Gracias sangrantes (2012), ironizas sobre los cánones clásicos de belleza femenina e impoluta. Pero lo que te desmarca de aquellos artistas es que la sangre (y lo orgánico en general) en tu obra deja de ser abyecto, se desestigmatiza sin parapetos ritualísticos o freudianos. Es tan solo fuente de vida.
Tal vez sea que la vida, tomada en su total plenitud, con su más profunda complejidad y con todos sus misterios, nos aterroriza tanto que preferimos pervertirla y convertirla en abyecto.
Las Tres Gracias representaban la belleza, la alegría y el encanto y con Tres Gracias Sangrantes quise aportar una visión irreverente a las representaciones voyeurísticas y salaces de la historia del arte. Las Tres Gracias también es una triada cuya connotación implica dar, recibir y devolver que justamente es el propósito de la vida, un constante intercambio y un aporte al bien común. Con Tres Gracias Sangrantes doy visibilidad a la sangre y de esta forma denuncio la desvitalización, domesticación y explotación a la que nos sometemos al aislarnos.
P- Transgredes el límite entre el interior y el exterior pero también te detienes en él, pues es la piel la que en última instancia revela nuestra historia, la epidermis como palimpsesto de impresiones: lo que el tiempo moldea y marca, pero también las negligencias médicas, intervenciones cuestionables. Césarea, más allá de la herida forma parte de la exposición Cría que actualmente puede verse en la Escola d’Art i Superior de Disseny de Vic. Asimismo, la piel deviene metáfora de mercancía con denominación de origen en More store y llama a la empatía en Histologías.
Me interesa la piel como registro ineludible de nuestra autobiografía. He estudiado durante muchos años medicinas ancestrales, como la medicina china por ejemplo, y veo con fascinación el mapa sintomatológico que se inscribe en los cuerpos con hitos históricos, emocionales, influenciados por el entorno o heredados…
Aún así, intento recordar que no somos nuestra autobiografía. La piel es un límite real pero también se vuelve flexible y hasta se desdibuja en el momento en que dejamos de regocijarnos en el dolor, somos capaces de cambiar aquello que han hecho de nosotros y nos relacionamos de forma empática y amorosa con el “otro”…
La imagen que me viene al hablar de esto es la serie del abrazo de mis padres o también las imágenes de la serie DSD, Islas Migrantes… cuando logramos una comprensión profunda de aquello que nos era ajeno nuestra consciencia se expande. Sólo cuando somos capaces de ejercitar la empatía e intentamos ponernos en la piel del otro, vemos cuán grandes son o cuánto aprietan aquellas experiencias que juzgamos.
P- En tus series más íntimas, como Egología, registras lo que usualmente queda fuera del álbum familiar (cada vez más infinito y amañado con las plataformas digitales) a pesar de ser la sustancia de nuestras vidas: la felicidad que nace no del evento sino del adentro, la intensidad de un abrazo, la duda reflejada en un rostro… De los autorretratos me llama la atención Dualidades, sugiriendo la dificultad de ser libre ¿es posible serlo? ¿es el miedo el que nos frena?
No podemos creer que es posible ser libre mientras se sigan levantando muros, existan Centros de Internación para Extranjeros y se considere el lugar de origen y el poder adquisitivo como determinante de (i)legalidad…
En mi opinión no es sólo el miedo el que limita la libertad sino también la falta de conciencia, la falta de compromiso y la comodidad de delegar en terceros nuestra responsabilidad personal en aquello que hacemos y dejamos de hacer a diario.
Si bien la búsqueda de libertad ha sido una constante en mi vida (me independicé joven; emigré a dos países; casi no he trabajado en relación de dependencia y he parido y criado fuera de los cánones institucionales establecidos) creo que cada vez es más difícil ser libre. El sistema nos quiere ordenados, catalogados, controlados y a cada una en su sitio. La omnipresencia del entretenimiento actúa como un opiáceo que dificulta el despertar y la acción.
Sin embargo también creo que existe una libertad íntima, una libertad pequeña pero muy poderosa, que vislumbramos cuando somos capaces de tomar decisiones que están en concordancia con nuestra integridad. En estos casos aunque el sistema crea tenernos controlados hay una esencia inaprensible e incorruptible que es la inherente al ser: la esencia que nos hace más grandes que nuestra historia.
Anna Adell
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Cria. Ana Álvarez-Errecalde, exposición individual
Comisaria: Anna M. Palomo
Escola d´Art I Superior de Disseny de Vic, hasta el 30 de noviembre 2016
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