Aparentemente el saber avanza de la oscuridad a la luz, de lo desconocido a lo conocido, de lo innombrable a lo catalogable, pero toda verdad desenterrada echa tierra sobre otras verdades posibles. Todo consenso soterra disensos.
Sea con la intención de sesgar episodios incómodos de la Historia o para defender la supuesta objetividad científica, sea con fines lucrativos o propagandísticos, el poder se ejercita sepultando viejos fantasmas a fin de poder inventar de nuevos.
Florencia Rojas, en cambio, exhuma fantasmas olvidados, avanza por estratos en sentido contrario, de arriba hacia abajo, de lo conocido a la innombrable, del suelo firme al subsuelo fangoso, cavando túneles subterráneos entre tiempos irrecuperables, entre espacios imposibles de reconquistar si no es con la imaginación.
Aunque sus intereses han virado hacia lo topográfico como paraguas metafórico de la idea de secreto (histórico, político, personal…), ya en sus primeras series fotográficas se apreciaba una visión laminar, estratificada, de la naturaleza de la imagen.
P– Llamas “poéticas de lo oculto” a tus búsquedas más recientes (en Luna-Lager-Bunker y próximamente en “Dehesa de la Villa”), pero diría que empezaste a buscar lo oculto cuando investigabas la representación hegemónica de la mujer y sus “patologías” inducidas (la histeria a través de la revisión de la fotografía científica), su ansiedad (“Vértigo”), o el ideal de virtud difundida por la imaginería mariana (la templanza que esconde desgarro, la binomia placer/dolor…)
Diría que mis propuestas han avanzado de un interés en asuntos relacionados con el espectáculo masivo y el desacuerdo con los modos de representación que en él tienen lugar (especialmente el control sobre el cuerpo) hacia lo que queda fuera de la representación, fuera de las pantallas. Existe en estas pantallas un efecto cegador. Nos deslumbran, de hecho la idea de pantalla se corresponde también con sus otras acepciones relacionadas con el encubrimiento o la ocultación. La supremacía de lo visual no ha traído un régimen de absoluta nitidez, a pesar de los dispositivos cada vez más sofisticados con los que tomamos las imágenes.
Por otro lado, es cierto que en mis fotografías siempre ha habido un componente inquietante, tanto si fotografío un rostro como si documento un agujero en la tierra, siempre hay una búsqueda de transmisión de lo indecible de lo que queda al margen de lo explicable. (A photograph is a secret about a secret, dijo Diane Arbus).
P- El género del retrato (fotográfico, videográfico) te ha servido para indagar en estas mímicas ambivalentes que condensan pasiones extremas, naturalezas contradictorias y la insuficiencia de la imagen para apresar tal complejidad cognitiva, aparte de su esencia engañosa. ¿Seguirá ocupando el retrato algún lugar en tus proyectos?
No lo sé, me dediqué al retrato durante varios años hasta que se convirtió en una rutina. No me interesa establecer una fórmula, cuando el proceso deja de resultarme interesante paso a otra cosa.
El tiempo que dedico a la creación e investigación artística es una brecha por la que escapo de toda imposición externa, independientemente del proyecto que esté realizando es un tiempo propio, de resistencia. Hay quien esquiva el sistema haciendo cruising, meditación trascendental o tocando en una banda de punk, yo paseo con la cámara y busco con un mapa, luego me echo una siesta debajo de un árbol. Ese ratito no me lo quita nadie.
P– Luna-Lager-Bunker toma su nombre de un parque de atracciones berlinés reconvertido en campo de trabajo nazi, siendo un búnker abandonado el único testimonio del pasado bélico. Aquel vestigio te sugirió otros lugares acorazados, escondidos… oquedades fisiológicas, parcelas psíquicas, madrigueras, salas de cine… Entre lo inenarrable del horror y lo inescrutable del amor… ¿Lugares que comparten la fragilidad de un yacimiento o cofre mágico, que debemos preservar sin vulnerar?
Llegué a estos lugares partiendo de un secreto propio. En fotografía siempre he trabajado con intenciones conceptuales, llevando la carga comunicativa más allá de lo presentado en las imágenes, por ello partiendo de esa idea de secreto empecé a trabajar en agujeros negros como una madriguera, la oreja, la boca, una sala oscura de cine o una antigua mina de oro.
En esta búsqueda subjetiva de secretos estoy encontrando realidades que han sido olvidadas y que suponen un punto de intersección entre la intuición poética del que escruta refugios alegóricos y un espacio político sobre y desde el que reflexionar.
P- Ahora estás cartografiando otro territorio históricamente cargado, Dehesa de la Villa (Madrid), cuyos vestigios han sido deliberadamente olvidados (búnkers y trincheras ya apenas visibles bajo los matojos) Siendo un parque frecuentado por jubilados, deportistas, domingueros… que “pisan ingenuamente estos restos de barbarie”, como tú misma escribes ¿de qué modo influyen los usos de hoy a tu modo de fotografiar? ¿cómo se solaparán en esta ocasión la cartografía anímica y la territorial?
Estar allí es percibir una escena en la que reina el absoluto olvido como consecuencia de una premeditada ocultación de la historia reciente. Los restos de la Guerra Civil están sin señalizar y son difíciles de localizar. Resulta turbador observar el ambiente en el parque donde los secretos históricos ocupan un subsuelo sobre el que pasean ociosos los visitantes.
Encuentro interesante esa carga poética de un parque sin ajardinar en el que se esconden tantas historias del pasado ocultas para el que llega en el presente, sigo buscando y fotografiando lo que no vemos. Este proceso relacionado con la memoria y el olvido tiene que ver con el propio medio fotográfico, la cámara oscura también es un búnker, un agujero negro que esconde imágenes que necesitan ser re-veladas, que están a priori ocultas para el ojo.
Como dije antes, llego a estos secretos históricos contenedores de una enorme carga política desde la necesidad de abordar un secreto propio. Todo esto se solapa en el proceso de caminar por el mismo parque una y otra vez. En esta búsqueda de lo que quedó fuera de todas las pantallas, en este intento de decir aquí pasó algo o hay un incendio en el subsuelo, estoy escondiendo y abordando otros asuntos relacionados con mi propia memoria.
Anna Adell
.
Próximas exposiciones:
exposición colectiva Biunic17,
comisariada por Juan Ramón Rodríguez-Mateo e Iván de la Torre
Fundación Valentín de Madariaga
hasta el 4 de agosto, Sevilla