En la Antigua Grecia, mientras los sabios y no tan sabios filosofaban recostados entre almohadones en sus interminables simposios, sus mujeres retozaban en los campos, bailaban desnudas, merendaban tortas en forma de falos y vulvas de sésamo.
Lo cierto es que el 90% de su tiempo transcurría en la clausura del hogar, pero cuando salían la liaban. O así nos gusta imaginarlo.
Robert Graves define las Tesmoforias atenienses como orgías agrícolas. Laia Arqueros reinventa una y otra vez aquellos misteriosos ritos sólo aptos para mujeres, imbricando historia e imaginación de tal modo que sus piezas de cerámica parecen descubrirnos un yacimiento arqueológico aún por catalogar, libre por tanto del sesgo androcéntrico que pesa sobre el estudio del pasado.
Las lenguas se desatan en la serie que ahora presenta en la Galería Cromo de Barcelona, y que en su día inaugural incluyó una acción (Ensayo para ritual) con voz de Laia y Mar Cianuro, y música mistérica de Larry Rodríguez. La cerámica cobraba vida entre los labios de Yambe y Baubo reencarnadas por Laia y Mar: silbatos uterinos, versos de yámbica obscenidad, el tintinear de alegres sistros con rostros de mujer.
En el lecho de sauzgatillo las ménades controlan su ritual, sus lenguas explícitas, sus voces de tierra, recita Mar. Ménades por un día, las mujeres que acuden a las fiestas en honor a Deméter conocen las plantas y los hongos, sus efectos sobre la libido y la embriaguez sagrada.
Las estatuillas y grabados de Laia revierten el mythos masculino: deslenguadas corifeas dirigen sus propios coros, recuperan sus órganos gustativos y articulan sonidos con un nuevo lenguaje; las micólogas portan sus cánulas vaginales sobre el hombro; una heroína se enfrenta a un espéculo de agresivas fauces a modo de Hércules lidiando con la cierva Cerinea.
Gynopia & Cerinea es el título que Arqueros da a esta última pieza y a dibujos de criaturas quiméricas que le sacan la lengua al discurso patriarcal y a sus omisiones del punto de vista femenino. Los términos “gyne” e “inopia” componen un neologismo referido a la “inopia” o ignorancia a la que se ha condenado a la mujer ante problemas que le atañen.
Fonemas-carcajada, fonemas-cuerpo se materializan también en las mujeres alienadas de Carol Rama. Atadas en camas de hospital o sillas de rueda, tocadas con coronas vegetales, sus lenguas se deslizan serpentinas burlándose del control institucional.
Siendo niña, en la Italia de Mussolini, Rama iba a visitar a su madre internada en un centro psiquiátrico. Sus acuarelas de Apassionatas y Dorinas nos legan la impresión que le causaron las mujeres allí recluidas, revelando un poso irreductible de deseo que no entiende de correas ni de narcóticos.
En algunos dibujos, dentaduras postizas flotan entre los cuerpos desnudos; en otros, de sus orificios salen culebras. Carcajadas de ortodoncia que nos recuerdan vaginas dentatas, serpientes que actúan como dildos… La pasión se auto-satisface.
En obras más tardías, Carol Rama seguirá usando prótesis tanto para reconquistar el territorio corporal femenino como para rechazar la intervención médico-institucional en él. Sus obras más abstractas siguen hablando desde y a través del cuerpo: cánulas, jeringas… conviven con apéndices oculares o mechones de cabellos.
En alguna ocasión dijo que la lengua es el único órgano que nunca envejece. Tampoco su obra envejece, una plástica carnal que arranca de lo particular pero atañe a lo político.
La lengua fuera puede expresar una pasión incontinente o un consciente desafío, pero también sacrificio y degüello. Son gradaciones de un mismo gesto que transitan por la obra de Rama, desde sus primeras apasionadas hasta las carniceras y sus vacas locas, animal con el que se identifica hacia el final de su vida.
Durante la guerra del Vietnam, Nancy Spero dirigió infinitas lenguas hacia dianas sangrientas. En War plasmó la carga sexual y obscena del conflicto armado: las lenguas son fuego y espada, lamen los proyectiles, nubes de hongo eyaculan, las bombas son falos.
Las lenguas danzantes le fueron sugeridas por el modo caricaturesco de representar a los ahogados, con la lengua colgando, en algunos manuscritos medievales.
Los papiros egipcios inspiraron otras series, como el Codex Artaud, donde textos de Antonin Artaud se acompañan de figuras sintéticas: serpientes de lenguas eréctiles forman el cortejo de una diosa Nut que se masturba; la boca abierta de Artaud grita o lame.
Tildada de irracional, histérica, gritona, a la mujer no se la ha querido escuchar. Por ello Spero canaliza el lenguaje femenino a través del quejido de un hombre, Artaud, cuyo lenguaje corporal y alienado expresa lo silenciado. Y al evocar la función apotropaica (mágica, de encantamiento) que tenía el lenguaje en el Libro de los Muertos egipcio, exorciza el dolor.
Spero dispone en largos frisos a la obscena Sheela (la que despatarrada exhibe una carnosa vulva), diosa celta de la fertilidad o la lujuria, o la cuelga a secar entre ropa tendida como protectora del hogar. La artista llena el hueco interpretativo dejado por la arqueología sobre el simpático personaje, del mismo modo que Laia Arqueros imbuye a Baubo, la reina de la risa erótica, de nuevos significados.
En War-aq, la iraquí Hayv Kahraman compuso un juego de cartas sobre el sentimiento de la diáspora. En
una de ellas se retrató cortándose la lengua. Amputarla fue necesario para trabajar desde el olvido, desde el limbo mítico de una mujer exiliada. La lengua materna volvería a crecer, sería reaprendida cuando llegara el momento. Su obra se nutre, en lo formal, del ukiyo-e y de las miniaturas persas, se apropia de otros mitos y otros lenguajes para llegar a su propia verdad.
Todas ellas desmiembran al cuerpo, le procuran sensaciones fragmentarias, placeres deslocalizados, trabajan desde la pérdida de la lengua para reinventar un lenguaje con propiedades mistéricas, fórmulas mágicas, encantamientos sólo para iniciadas.
El lenguaje regresa a ellas con la ayuda de mitos libremente evocados, porque el mito es capaz de revelar el contenido inconsciente del ser humano, revela lo que fuera del terreno de la leyenda no osaría ser dicho.
Anna Adell
Laia Arqueros expone en la galería Cromo de Barcelona
junto a Gina Thortensen, Cosmogonías
hasta el 9/11/2018