Amar la naturaleza es de viejunos, pensaba el aristócrata Des Esseintes, quien tras despilfarrar la mitad de su fortuna en placeres mundanos invirtió el resto en acondicionar su paraíso artificial alejado de la trivialidad parisina. Peces mecánicos, monstruosas flores de invernadero, una tortuga con el caparazón bañado en oro y con taracea de pedrería preciosa siguiendo un diseño a juego con la alfombra… Con este personaje, Joris-Karl Huysmans rubricó el cenit y el ocaso del […]