“Un hueco horroroso, inmenso”, exclamaba un periodista de Le Figaro ante el aspecto desolado de la pared del Louvre donde semanas antes había colgado La Mona Lisa. Tras el robo, las visitas al museo se incrementaron de tal modo que los diarios ironizaban sobre ello: “a algunas personas les gustan las obras de arte por sí mismas, a otras por el lugar que ocupan”, lucía un titular. Aquel carpintero italiano que, una mañana veraniega de […]