Sobre la excentricidad inglesa se han escrito libros, se han hecho películas y series de televisión. Sobre el humor británico y su vena satírica aplicada a su propia idiosincrasia también se podrían compilar volúmenes. Ambos aspectos, la autocrítica y la extravagancia, coinciden en la personalidad de Grayson Perry.
Ceramista y travesti, ha logrado que la cerámica sea algo más que artesanía y ha hecho del travestismo parte imprescindible de su necesidad expresiva.
Nos parece estar recorriendo las salas de artesanía de algún museo etnográfico cuando paseamos entre sus coloristas tapices y sus jarrones revestidos de finos glaseados. De hecho, no es sólo el trabajo artesanal lo que acerca su quehacer a la etnografía, pues el contenido de sus viñetas son pura investigación antropológica.
Sea sobre monumentales tapices o combinando esgrafiados y esmaltes en urnas de cerámica, Grayson nos ofrece su propia visión de los conflictos de clase en su Inglaterra natal, narra el ascenso y la caída de un joven emprendedor, ironiza sobre hábitos predeterminados para cada estamento social, solapa escenas para laminar diferentes realidades: desde la dureza de la vida en decadentes ciudades mineras e industriales hasta los encuentros de “cool and boring people”.
Pero la suya no es la mirada distante del antropólogo sino que hay mucho de confesional en cada uno de los relatos. Sus dos alter egos, el femenino y el masculino, esto es, Claire (su Yo travestido) y Alan Measles (el osito de peluche al que otorgó desde niño el papel de “padre sustituto”) aparecen en muchas de las piezas. En otras obras, trazas de su propia infancia se entrecruzan con otras vidas fabuladas.
En el grupo de tapices The Vanity of Small differences (2012) se inspira en el tono moralizante y satírico presente en la serie pictórica de “la vida del libertino” de William Hoghart para contarnos las vicisitudes de un ingeniero informático que va ascendiendo de clase social hasta que se mata estrellando su Ferrari contra una farola. Las composiciones se inspiran en retablos renacentistas, versionando la expulsión del Edén como expulsión del hijo snob de la casa materna, y la agonía en el Huerto de los Olivos se transforma en agonía del hijo tapándose los oídos para no escuchar la taladrante gorjeo de su padrastro aspirante a rockero.
Un minero y un luchador se enfrentan en Death of a working heroe, un tapiz con aspecto de pancarta sindical. Entre ellos, un niño con un osito de peluche. Desde pequeño Grayson tuvo que lidiar con una masculinidad de tipo duro con la que no se identificaba, encarnada en la figura de su padrastro. Tanto el deseo de travestirse como la necesidad de socorrer con el peluche la ausencia de ternura paterna germina en su infancia.
El plano del British Museum sostenido por Claire vistiendo traje folclórico y Alan se corresponde, en palabras de Perry, con el “mapa del cielo”. A su alrededor se distribuyen lugares de peregrinaje espiritual y mundano: desde Graceland a la Mecca, de Wall Street a Lourdes. En este tapiz, Map of Truths and Beliefs, concurren aspectos importantes de su bitácora personal: el arte como terapia, la idea de peregrinaje y sus alter egos.
Hace unos años, encargó una moto personalizada tipo Harlem de color rosa luciendo los lemas “paciencia” y “humildad”, contraataque a la agresividad motera, sus calaveras, llamas infernales y desafío a la muerte. Su moto rosa lleva un santuario de cristal que cobija a Alan. No es para él un mero objeto decorativo, sino una especie de heaven angel con el que lleva a cabo sus “peregrinajes”.
Los jarrones recuerdan el refinamiento de la porcelana Satsuma, sólo que un grupo de travestis ocupan el lugar de los nenúfares, y aviones de combate sustituyen a los peces de colores que acostumbramos a ver en las urnas japonesas. O bien, cuerpos retorcidos por prácticas SM, bondage, niños de la calle silueteados en dorado y puños de boxeadores como sombras amenazadoras… Strangely familiar, Shadow boxing… hablan de realidades concretas, de fatalismos que podrían ser evitados si no se repitieran patrones heredados.
Con Claire, Perry salió del armario a la vez que proveyó a su avatar femenino de un ropero de fantasía desprejuiciada: vestidos de muñeca, paraguas a lo Mery Poppins, zapatos de plataforma…
Pero Claire no es una mera mujer-florero o una maruja kitsch. Es combativa y blande pancartas anti-arte en las escaleras de la Tate Gallery, o se arma con una kalashnikov como cuando en plena guerra yugoslava se confeccionó un traje de inspiración regional (“Claire as the mother of all battles” 1996) cuyos bordados mostraban soldados eviscerados con aspecto de motivos precolombinos.
La endogamia del mundo del arte y el encomio de la hombría son dos bastiones que Grayson se propuso derribar, y en gran medida lo ha conseguido, ser aceptado como artista “artesanal”, “folclórico” y “femenino”.
El sexo, la guerra y las relaciones de poder fueron los grandes temas que adornaron vasos griegos y etruscos, los mismos que hoy adornan los vasos de Perry y que quizás legarán a los arqueólogos del futuro una visión personal de lo que fueron los conflictos de clase y las disfunciones familiares en la Inglaterra postindustrial.
Anna Adell
Grayson Perry, Folk Wisdom
en Kiasma Museum of Contemporary Art, Helsinki
hasta el 2 de septiembre 2018