Que su frondosa barba no nos lleve a engaño. Anthony Stark no es un hipster rezagado, más bien nos lo figuramos una especie de vástago indisciplinado de Courbet. Pero el origen del mundo del pintor decimonónico es el ocaso del suyo, pues para Stark el deseo es la antesala del deceso, su anuncio extático, la escalada previa al vértigo del abismo. Porque, como reza su última serie pictórica echando mano de otro de sus adalides, […]