Si una obra es demasiado legible no es arte, es propaganda, argüía Andrés Serrano en relación a la plasmación plástica de su ambiguo sentimiento religioso, blasfemo para unos y hermoso para otros, porque es esa amplitud del margen de legibilidad la que incomoda, sobre todo cuando se apela a la pureza de lo impuro o, más bien, cuando este último término se vacía de todo sentido.
Fernando Bayona también observa el mundo a través de la carne, al tiempo que su mente funciona como un alambique que destila lo corpóreo hasta extraer su quintaesencia. Disecciona la realidad con lente de aumento para después fabricar la suya propia, a la medida de sus sueños (o pesadillas).
Ha practicado una hermenéutica personal de la literatura culta, la tradición oral, el cuento infantil y el dogma cristiano para interrogarse sobre las pulsiones humanas y nuestro anhelo de trascendencia, sobre cómo son y han sido aprovechadas para encarrilar, aborregar, amedrentar. Al recurrir al espacio mítico de la fábula, al tiempo cíclico del mito, alegoriza sobre teatros de la crueldad eternos.
Para ello construye complejas escenografías que después fotografía, en las que la luz es un actante, esculpe los cuerpos y maneja el drama. Fotografías construidas que condensan una historia en un fotograma, a la par que componen un relato mayor.
P- Todo lo dicho parece no cuadrar con tu última serie, Paragraph 175, punto de inflexión en tu quehacer: el barroquismo iconográfico y compositivo cede paso a la asepsia minimalista, el documento visual sustituye la parábola escenificada, el cuerpo se revela como ausencia. Pero sigues colándote por rincones poco explorados acerca del estigma social que trunca vidas.
Así es, en esta nueva y extensa serie fotográfica me adentro en caminos hasta entonces desconocidos en mi producción. Aunque en realidad, no me son tan ajenos como podría pensarse. A pesar de utilizar luz natural o la propia del espacio fotografiado, sigo manteniendo la misma tipología de encuadre. En realidad se asemejan mucho a las escenografías que construyo en mi estudio, aunque carentes del artificio que suele aparecer en mis trabajos.
Mantengo como epicentro de la serie el cuerpo, que aunque aquí está ausente y es reemplazado por el imaginario del espectador, sigue siendo doblemente el protagonista: por la carencia absoluta de su presencia, y porque la serie analiza el desconocido programa de investigación médico nazi destinado a encontrar una cura contra la homosexualidad, y por extensión, la experimentación que con los cuerpos de un nutrido grupo de presos homosexuales se llevó a cabo.
En definitiva, y como bien apuntas, no dejo de lado los temas que siempre me han interesado, y el estigma social es uno de capital importancia en mi producción. Siempre me he posicionado en defensa de los colectivos más desfavorecidos, y en este caso una reivindicación histórica de los derechos LGTB.
Q- En estas fotografías de las instalaciones donde los nazis llevaron a cabo estos experimentos cada elemento arquitectónico actúa como correlato del cuerpo encerrado, degradado, exterminado. Interruptores (cell, con su doble acepción de célula y celda), rejas, muros descascarillados, tuberías, hornos, mesas de losa blanca…, junto a la simetría desquiciante de estructuras y pasillos… Como si el lenguaje metonímico de Robert Gober y el documental de los Becher se hubieran encontrado.
Este proyecto documenta las instalaciones exactas donde se llevaron a cabo esos experimentos clínicos encaminados a encontrar una cura o vacuna a esta supuesta “enfermedad”, localizadas en los campos de concentración de Sachsenhausen (Oranienburg, a 20 km de Berlín), Ravensbrück (en la población de Fürstenberg, a 120 km al norte de Berlín y cerca de la frontera con Polonia) y Buchenwald (a escasos 5 km de Weimar), todos ellos en la actual Alemania. La serie se centra principalmente en éste último emplazamiento, y en concreto en los experimentos realizados por el médico Carl Peter Vaernet.
Cuando inicié esta serie decidí que tenía que desligarme completamente de lo que hasta el momento había realizado a nivel estético. Quería utilizar una mirada aséptica y carente de victimismo o sentimentalismos. Entendía que la mirada fría, analítica y distante, muy cercana a la escuela de Düsseldorf, era la clave. Me propuse que las imágenes fuesen luminosas, que prácticamente no podía haber sombras duras, y que el tratamiento digital debía contar con una desaturación muy marcada, como cuando las imágenes antiguas comienzan a desvaírse por el paso del tiempo, una metáfora de lo perecedera que es la memoria.
P- Volviendo a tus series anteriores, si hay algo que las hilvane es la sexualidad como motor de las relaciones, o el amor en una sociedad que obliga al juego de máscaras, a embrutecer los instintos: en La vida de los otros; en tu versión apócrifa de la vida de Jesús, nacido de prostituta, líder de una banda de rock que se enamora de Juan Bautista tras estrenarse en el amor con María Magdalena; en el purgatorio de Dante reconvertido en colmena de celdas habitadas por pecadores que con su esperma pagan tributo al Señor; en tu particular parada de monstruos…
La sexualidad está siempre presente de un modo u otro en todas mis series, incluso es la excusa sobre la que se fundamentan muchas de ellas. El amor, entendido como concepto clave del comportamiento humano, pero más como correspondencia afectiva y desligada completamente de pretensiones platonianas, o bien como elemento autodestructivo que nos adentra en lo más oscuro y violento de las acciones humanas. Lo percibo como el motor que mueve el mundo; ya sea a través de las relaciones afectivas o como la necesidad de encontrar la complementariedad sexual.
P- Del cuerpo miguelangelesco al teratológico, de objeto transaccional a cuerpo ausente, o incluso destilado como pura abstracción fluida. A través de tu obra lo hemos visto transfigurarse de modo drástico. ¿Cual será su próxima mudanza?
He de reconocer que mis primeras series fotográficas estaban demasiado influidas por el concepto clásico de belleza masculina. Me dejaba llevar por la cobertura de piel y músculos que constituían esos fornidos cuerpos. Con el paso de los años mi atención se ha centrado más en los sentimientos, en la psicología de los personajes, y he ido dejando progresivamente la plenitud física para explorar otras edades del ser humano.
Las nuevas series en las que estoy trabajando profundizan nuevamente en la arquitectura como continente de sentimientos, de sucesos que acaecen en espacios nocturnos y misteriosos. Una de las series ya tiene nombre, Los días negros, y me adentro en la mente de personajes donde el cuerpo ya no tiene el protagonismo de series anteriores. En ella trato de plasmar la cara oculta de esta sociedad del éxito en la que vivimos para analizar el fracaso.
Y es que desde mi perspectiva, todos vivimos en una continua frustración. Nadie ha conseguido sus objetivos en la vida. Nuestra existencia se parece en poco, o nada, a aquello que imaginábamos cuando éramos pequeños. Incluso esas figuras que consideramos triunfadores han perdido grandes cosas por el camino, que difícilmente podrán recuperar. Me centro en las segundas opciones de vida de estos personajes, existencias en muchos casos no deseadas, provocadas por el infortunio, el accidente o las malas decisiones.
P- Tomabas la realidad para recrearla como ficción en el estudio, o tomabas la parábola para extrapolarla al tiempo contemporáneo, ahora tomas episodios incómodos de la Historia con fines documentales ¿aparcando de una vez la fabulación? ¿Hasta donde te llevará esta investigación?
No creo que abandone nunca la fabulación, aunque sí la trate con otra mirada. Supongo que me estoy haciendo mayor y dejando de creer en los cuentos de hadas. En esta nueva pubertad soy más propenso a explorar qué piensan y sienten mis personajes, tratando de obviar su superficie, aunque bien es cierto que sucumbo una y otra vez ante la carne. En realidad las fábulas o cuentos siempre me han interesado porque me permiten hablar de lo más oscuro y perverso del ser humano, disfrazando de belleza e inocencia temas incómodos a nivel social.
La actual investigación me llevará de nuevo al punto de partida, que no es otro que la escultura. Me está haciendo replantearme mi trayectoria desde el principio, los códigos que he usado y la técnica fotográfica. De hecho nunca estudié fotografía, más bien fue un encuentro fortuito, y a decir la verdad, no es algo que me interese demasiado. Reconozco que es un estupendo medio que me sirve para materializar de una forma más rápida y certera los proyectos que tengo en mente, pero no soy un obseso del medio. Tanto es así que no tengo ni cámara fotográfica.
Mi formación siempre fue como escultor, y creo que es la consecuencia del modo en que ilumino o construyo mis escenografías. Paragraph 175 me está permitiendo explorar nuevamente las posibilidades expresivas de este medio, y no creo que deje escapar la oportunidad para usarla en las próximas exposiciones en Berlín y Miami como apoyo a las imágenes fotográficas.
Anna Adell
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La exposición Paragraph 175 se puede visitar en Kir Royal gallery, Madrid, hasta 17/12/2016
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